El confinamiento obligó a la humanidad a adaptarse a
un nuevo modo de vida que da lugar a la creación de nuevos escenarios en los
que prima el uso de nuevas tecnologías que van transformando los espacios
físicos, mismos que paulatinamente fueron reemplazados por espacios virtuales.
La telemática se convirtió en un nuevo canal de comunicación e información que
dio lugar al teletrabajo y a la teleeducación. El empleo de la telemática en el
ámbito educativo, según Marti Castro (2003) es cada vez más amplio y diverso,
ya que la puede utilizar el profesor como soporte pedagógico o el alumno para
el aprendizaje autónomo” (p. 406).
La inserción de las nuevas tecnologías de la
información y de la comunicación (TIC)
en el ámbito educativo, impactó en el proceso de
aprendizaje del educando, en el rol del maestro, en los contenidos, en la
evaluación.
El sujeto educativo pasa de ser consumidor a productor
de información; el rol explicativo del docente ahora es comprendido como guía.
El aprendizaje resulta significativo y a la vez, potencia el trabajo autónomo
en el estudiante.
La educación virtual trae consigo beneficios a la
comunidad educativa, permite desarrollar habilidades como la organización de
información, el manejo de nuevos conceptos, la ampliación de lenguaje que
favorece la comunicación y la conectividad. De acuerdo con Tennuto (2003) a
través de la educación virtual se pueden intercambiar varias unidades de
información (gráficos, imágenes, archivos de sonido, bases de datos, entre
otros” (p. 962) las cuales pueden ser obtenidas más allá de los espacios
educativos
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