En la mayoría de los casos, la educación virtual en
tiempos de pandemia no permite el acceso a un aprendizaje significativo ni
mucho menos autónomo. La realidad que viven varias familias de clase media
baja, sobre todo en América Latina deja ver la precariedad de las políticas
educativas para la era digita a irrupción violenta de los escenarios virtuales,
sobre todo en aquellos países que no se encontraban preparados para afrontar
este tipo de emergencias, trae consigo una serie de dificultades políticas,
económicas, psicosociales, educativas y culturales. La incorporación de
dispositivos digitales (computadoras, laptops, celulares, smartphones, tablets)
en el proceso de enseñanza y aprendizaje implica la creación de un nuevo
entorno educativo, según expresa Tennuto (2003) se crea un nuevo espacio
formativo y de nuevas estructuras organizativas que requieren, por parte de los
profesores y de los alumnos, actitudes favorables para interaccionar con este
recurso tecnológico” (p. 962).
Aristóteles (hacía 385 a.C.-323 a.C.), el ser humano
es un ser social por naturaleza, él mismo construye su identidad desde los
otros de manera subjetiva y cultural y si bien es cierto, la familia cumple un
rol importante en la formación psicosocial del sujeto, éste siempre necesita de
otro externo como la escuela para confrontar y equilibrar sus creencias y
costumbres.
El conócete a ti mismo proclamado por Sócrates (hacia
470 a.C.-379 a.C.) no es posible desde el aprendizaje virtual, la falta de
contacto social impide que el sujeto logre una autoconciencia de sí mismo,
debido a las distracciones provocadas por la cantidad de información o canales
de entretenimiento que impiden el proceso reflexivo y la formación de un
pensamiento crítico
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